Ana, las consecuencias negativas producidas por el bullying, no son sólo para la víctima. En ella se producen sentimientos de indefensión, pierden la confianza en sí mismos desvalorizándose su imagen, lo que implica serias dificultades para la construcción de su identidad personal. Soportará enormes grados de ansiedad, fracasará en sus estudios (por la nula concentración, absentismo, bajo rendimiento), podría llegar a intentar el suicidio, y en su vida adulta existirán perturbaciones como depresión y tendencias a la autoinculpación.
Los agresores reciben un refuerzo del comportamiento basado en el poder agresivo, tenderán siempre a autojustificarse, disminuye su capacidad de comprensión moral y de toma de perspectivas, tendrá problemas futuros con la justicia por sus actos delictivos y tendrá posiblemente una psicopatía crónica.
En los observadores se generan poco a poco sentimientos de insolidaridad, falta de sensibilidad y empatía hacia el dolor ajeno, creandose así condiciones de riesgo de ejercer ellos mismos esos comportamientos en el futuro. Por otro lado el temor a ser maltratado, que es una situación diferente a serlo en el presente, que ha sido estudiado por Balding et al. (1996), tiene también efectos negativos por lo que es una situación poco saludable. Estos alumnos, según las investigaciones, estaban menos satisfechos de la vida, con más baja autoestima, con menos control personal sobre su salud, más frecuencia de enfermedades, menos hábiles en presencia del sexo opuesto, y menos capaces de compartir sus problemas con sus padres, que aquellos que no sentían ese temor.
En lo referente al ambiente escolar puede afirmarse que se hace muy difícil el ambiente de trabajo, ya que aumentan las tensiones que podrían desembocar en situaciones más graves, lo cual incide negativamente en el logro de diferentes objetivos. Al igual que otros comportamientos violentos la incidencia del comportamiento bullying varía en función de otras variables socioculturales. Esta conducta aparece más frecuentemente en escuelas situadas en áreas deprimidas socialmente (Smith, 1991; Furlong et al., 1996), y en estos contextos se da en alumnos mayores, es decir, de 17 ó 18 años, cuando a estas edades apenas existe en otros contextos de mayor bienestar social.
Lucy Bowes, Carol Joinson, Dieter Wolke, y Glyn Lewis, realizan un estudio en 2015 que relaciona precisamente el bullying sufrido en la escuela con la depresión en la adultez temprana.
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Peer victimisation during adolescence and its impact on depression in early adulthood: prospective cohort study in the United Kingdom.
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